¡Ah Rigor!
No pues no vaya a creer Y cómo no me voy a acordar
¡Tanta noche con luna! ¡Tanta guitarra! Y las ventanas perfumadas
Y vos llena de lirios Y los lirios en un decir
“¡Amor!”
Todos los árboles de la plaza Los bancos de la plaza La iglesia
Los caminos
El pozo Albor…
Oíme Oíme
Yo siempre estoy pendiente:
-Dónde estará Qué estará haciendo Se acordará de todo?
¡Ah Rigor!
El gran mérito del poeta escuqueño es exaltar lo tradicional y convertirlo en poesía. Ramón Palomares no se limita a rimar el habla popular, las fiestas, las tradiciones, la religión de su pueblo, llega más allá. El genio de la poesía logra transcender de lo regional a lo universal, usando un lenguaje sencillo y claro del campesino de los Andes venezolanos. A pesar de que su obra es localista, transciende fronteras, por su reescritura y re memorización de temas globales como lo son la memoria, muerte, tiempo y naturaleza.
Su poesía se caracteriza por retratar imágenes propias del pueblo, sencillez en la palabra, diáfana, inocente, humilde, estilo intimista, personal, criollismo, honra lo natural y lo nativo.
Hace un tratamiento del color local, las imágenes, las descripciones exaltan la vida rural venezolana, recuerda sus orígenes y los anhela.
Ramón Palomares publica su primer poemario a la edad de 23 años. El Reino salió a la luz pública en 1958, fecha en que cae el gobierno de Marcos Pérez Jiménez e inicia una etapa democrática en el país. Palomares perteneció al grupo Sardio (1958), los integrantes asumieron un “compromiso activo con la cultura y el país y una actitud contestataria” explica Carmen Carrillo en su libro De la belleza y el furor (2007).
En la poesía venezolana de dicha época se destacan dos tendencias. Como explica la profesora Carmen Carrillo, una dominante, como lo fue la función transgresora. Por otro lado, se originó la tendencia fundacional, que a su vez se divide en dos bloques. El primero se caracteriza por aquellos poetas que se interesaron por las capacidades creadoras del lenguaje, entre ellos, Rafael Cadenas. El segundo bloque, en el que se encuentra Ramón Palomares, trazaron “propuestas estéticas novedosas, mantuvieron fuertes lazos con la tradición y asumieron lo telúrico y lo mítico como eje fundamental de su creación poética” explica Carrillo.
Entre los libros de poemas de Ramón Palomares podemos encontrar, Paisano, 1964; Honras fúnebres, 1965; Santiago de León de Caracas, 1967; El vientecito suave del amanecer con los primeros aromas, 1969; Adiós Escuque (Poemas 1968-1974); Elegía 1980; El viento y la piedra, 1984; Mérida, elogio de sus ríos, 1985; Poesía (Antología), 1985; Alegres provincias, 1988; Lobos y halcones, 1997, Vuelta a casa, 2006; entre otros.
Los temas que toca el poeta Ramón Palomares son recurrentes en todos sus libros. El paisaje, las vivencias y las expresiones culturales de los Andes venezolanos. “Tú tienes que salirte del poema como lenguaje y entrar en el poema como la vida, como visión, como sensación, como aire, como piedra, como roce…”, dice Palomares en una de sus tantas entrevistas.
Hola chicas, me agrada mucho esta página. Soy periodista y actualmente hago la maestría en literatura, me gustaría enviar un artículo que escribí en la maestría... por favor, a que dirección podría enviarla para que la publiquen? mi correo es melibri16@gmail.com
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